jueves, 13 de mayo de 2010

Se terminó el desierto

Falta una semana, faltan 5 días, faltan 3 días, faltan 2 días, sól quedan unas horas... y LLEGÓ EL MOMENTO.
Ese momento con el que cientos de miles de aficionados en España llevábamos soñando muchísimo tiempo. Han sido muchos años de disgustos profundos, de varapalos y de frustrados deseos del clásico ''Este año sí''.
Particularmente, he de decir que me resulta difícil narrar con palabras estos momentos, hay que vivirlo, hay que sentirlo.
Cuando vi a Antonio López levantando la Copa, a parte de llevar una hora con los pelos de punta, recordé la cantidad de domingos que salí de la Cafetería Géminis de mi pueblo cabizbajo y echando cuentas afligido por los puntos perdidos.
Recuerdo el día del Bolton, el día del Oporto, el día de la semifinal de copa contra Osasuna, los cuartos de final de Copa perdidos contra Valencia, Sevilla y Recreativo, el gol de Tamudo, los dos goles del Zaragoza en la temporada 2003/2004 y, sin mirar tan atrás, los temidos partidos de principio de esta misma temporada.
Tocar el cielo es una experiencia que puedo decir que he vivido tras el gol de Forlán. Fue despedirse de la condición de pupas, fue despedirse de tantas desgracias que nos han perseguido en los últimos minutos de tantos y tantos desafortunados partidos.
El partido fue de leyenda, de los que son dignos de una final europea de la talla de la Europa League, una competición que, pese a ser la hermana pequeña de las competiciones de clubes europeas, ha visto pasar a equipos como el Líverpul, la Juventus de Turín, el Sporting de Lisboa, el Valencia, el Villarreal, el Galatasaray, el Hamburgo y otros tantos históricos europeos. Ha sido una competición cara y el triunfo colchonero ha sido inmensamente meritorio.
No podemos olvidarnos de tantos jugadores que han contribuido, aunque muy paulatinamente, a ir acortando las distancias con la gloria perdida durante los últimos años. Hablo de Maniche, de Maxi ''La Fiera'' Rodríguez, de Martin Petrov, de Demis Nikolaidis, de Fernando Torres y alguno más que me quedo en el tintero.
La generación de veintiañeros y aledaños hemos podido ir a Neptuno y vivir la grandeza de este equipo en primera persona. Aquellas historias que nos contaban nuestros padres sobre la final de la Copa de Europa contra el Bayern, aquellas ligas, el doblete que viví con solo 5 años... se convirtieron en leyenda; y la leyenda, en mito... pero ahora lo hemos podido vivir. Hemos comprobado que la leyenda es cierta y que la realidad supera todo tipo de ficción.
No quiero ni imaginar otros 14 años sin títulos, espero que la espera, esta vez, sea de solo una semana, y que el Bayern reciba su venganza en la Supercopa de Uropa.
Gracias Padre, por haberme hecho del Atleti.