martes, 17 de noviembre de 2015

El Romanticismo en el mundo actual

El Romanticismo fue una liberación del ser humano en un momento histórico caracterizado por la creciente industrialización y un sinfín de cambios vertiginosos y profundos que trajo consigo este proceso para terminar imponiendo una sociedad burguesa construida a espaldas de la ciudadanía y amparada en intereses de clases minoritarias.
El romántico es un personaje que, en aquel momento, se rebela contra esa lista de preceptos no escritos para reivindicar, lisa y llanamente, nuestra naturaleza de seres humanos. Una naturaleza racional, pero también con altas dosis de irracionalidad; una naturaleza creativa y libre por encima de cualquier imposición; una naturaleza que nos dotó de sentimientos, por encima de un cientifismo cuasi religioso que la Ilustración quiso imponer y que continúa a día de hoy haciéndose cada vez más dogmático; y, sobre todo, una rebelión contra el concepto de felicidad enraizado en los bienes materiales que triunfa con las revoluciones burguesas. El romántico dice que no a esa serie de dogmas de la nueva vida decimonónica, heredera de un siglo de transición, el XVIII, envuelto por la historiografía de ropajes positivos y etiquetado como 'siglo de las luces'.
Esta batalla entre lo que nos impone la sociedad burguesa y lo que somos realmente como seres humanos continúa vigente a día de hoy. Es una lucha entre lo que somos y lo que quieren hacernos ser. Hoy, esa burguesía decimonónica adopta las formas de publicidad, medios de comunicación de masas, creación de falsas necesidades, creación de cánones de belleza, el fomento de las bajas pasiones y la hipersexualización, para facilitar su control y la expansión y perpetuación del status quo. Todo ello se puede resumir en un proyecto para eliminar del ser humano su dimensión espiritual y cultivar una especie de culto a lo material, manifestado en lo que llamamos 'sociedad de consumo', propagada a través de la globalización. Frente a todo ello, se encuentra dormida esa parte espiritual de nuestro ser, esa parte intangible, irracional, pero no por ello menos importante o menos existente, que brota de lo más profundo de nuestro ser cada vez que derramamos una lágrima, celebramos un gol de nuestro equipo, sonreímos ante un 'whatsapp' de nuestra pareja o nos alegramos del bien de un amigo.
El siglo XVIII supone la desviación de la Humanidad hacia una existencia cómoda y fácil, pero a la vez alejada en muchos puntos de nuestra más pura esencia. La vida actual, fruto de aquellas revoluciones, nos impone un ritmo preestablecido y fuertemente determinado que apenas nos deja ni siquiera tiempo para reflexionar, por un segundo, sobre cuál es el sentido de nuestro día a día detrás de esa mecánica laboral. Pero, cada vez que lo hacemos, somos románticos y rebeldes contra el yugo de lo establecido. Cada vez que vemos una película de terror, cada vez que nos sentamos a ver Cuarto Milenio, cada vez que vulneramos, aunque sea tímidamente, el ritmo determinista de nuestra vida para dar rienda suelta a nuestros deseos, cada vez que nuestros sentimientos se imponen a nuestra maquinaria corporal o cada vez que nos formulamos una pregunta que cuestiona cualquiera de los cimientos del edificio donde habitamos, estamos siendo románticos. Un romanticismo actual que se puede manifestar en estéticas y modas tales como lo 'gótico', lo 'emo' u otras contraculturas como el mundo heavy metal. Todas ellas con el denominador común del rechazo total o parcial a las formas de vida que nos han impuesto contra nuestra voluntad.
El Romanticismo está de actualidad. Y tal vez lo estará siempre. Porque el Romanticismo es mucho más que un estilo artístico, que un estilo literario o que una corriente filosófica decimonónica. El Romanticismo es una forma de vida, una forma de entender la realidad y la existencia. Es el inconformismo. Es, en definitiva, la naturaleza de los seres humanos. Una naturaleza que parte del reconocimiento socrático del 'sólo sé que no sé nada'. O, como dijo Newton, "lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el Océano".
Gracias por su atención.