lunes, 29 de marzo de 2010

Tres años sin ti




Como bien dice el sabio refranero castellano del que siempre se puede tirar para cualquier cosa sin recibir jamás defraude alguno, el tiempo lo cura todo.


Y es que la cuarta dimensión atrás deja todo y a todo mortal fuerza a olvidar viejas preocupaciones para en cosas nuevas centrarse e ir sumiendo a cada uno de todos ellos en una constante renovación de cuerpo y mente para, años después, decir: ''Ha llovido mucho desde entonces''.


Esa frase entono yo ahora con nostalgia y melancolía: ''Ha llovido mucho desde entonces'' pese al dudoso cambio climático y pese a que tres años no son una cantidad escandalosa.


El querido lector, si lo hubiere (y englobo también a las personas cuya pareja de cromosomas número 23 es XX y no XY, aunque la inteligencia de Bibiana no le alcance para entenderlo) se estará preguntando qué es ese misterioso objeto de la redacción de la actualización presente del blog de este tío: ¿Una mujer?, ¿Un familiar?, ¿Un amigo?...


Están equivocados. No recuerdo exactamente cuándo pasó pero sé que fue en 2007 y, calculo, en los meses de abril-mayo cuando Yo, Fernando y no sigo, me dirigí hacia la tienda más cercana a mi casa (de esas que antaño llamaban de Ultramarinos) para disponerme a ejecutar la operación comercial de compra del desayuno del día siguiente: UN PAQUETE DE CEREALES MEGA DE PASCUAL. Hasta ahí, todo bien... el problema vino al día siguiente, o probablemente esa misma noche... cuando tuve la idea de hacer una cosa con el paquete de cereales que, quizás, nunca debí hacer: abrirlo.


En esas décimas de segundo observé una imagen tan desagradable como la de visualizar un fantasma debajo de la cama de tu alcoba, mis cereales tenían una forma ligeramente distinta a la que habían tenido durante la década anterior desde la que me venían acompañando en cada mañana.


Fue ahí, y no en otro momento, cuando las peores sospechas se me vienen a la sesera. Los cereales, copos de maíz inflado azucarados para la información de mis lectores y lectrices (toma, Bibiana, te hago caso ¿Estás contenta?) tenían la misma forma que el resto de cereales homólogos de otras marcas como los Frosties de Keloggs o los de marcas blancas, véase Carrefún (sí, Cursi, sé que se dice Carrefour) o Erosqui (sí, lo pongo con q ¿Pasa algo?).


Después de aplicar breve y rápidamente los conceptos básicos de la lógica de Aristóteles llegué a la siguiente y nociva conclusión:


''Si mis MEGA de Pascual han adquirido forma del resto de marcas, significa que su sabor pasará a ser el mismo que el del resto de marcas y, por ende, tendré que olvidarme de ellos para siempre y asumir que pasarán a formar parte de mi pasado''.


Aquella vez fue en la que menos ganas de tener razón de todas las que he pasado en mi vida.


Así fue y, desde entonces, otras alternativas de desayuno como las galletas Tosta Rica o las Estrellitas han tenido la difícil misión de hacerme olvidar, lo máximo posible, aquellos legendarios cereales antiguamente llamados SUGAR C, cuyo nombre cambió 1 o 2 años antes de la tragedia, aproximadamente.

Desde entonces, una parte de mi vida cambió. Ningún desayuno volvió a ser lo que era sin su presencia. El sonido del despertador me empezó a causar hastío y pereza en lugar de alegría y emoción de épocas pasadas al imaginarme comiendo mis cereales en breves minutos.

No sé qué fue de ti, me planteé llamar a PASCUAL en su día para preguntarle dónde te fuiste, pero no me atreví y ahora es demasiado tarde.

Estés donde estés quiero agradecerte tantos minutos de buenos desayunos juntos y decirte, ahora que se cumplen tres años desde que me abandonaste, que NUNCA TE OLVIDARÉ.

sábado, 20 de marzo de 2010

Una generación de lágrimas

Corría el año del señor de 1996, fue un sábado 25 de mayo de ese mismo año. El Partido Popular de Aznar había sacado del Poder a Felipe González tras más de una década de mandato, Bill Clinton es reelegido a los mandos de la Casa Blanca, el grupo musical ''The Ramones'' anuncia su disolución, los talibanes afganos toman Kabul, Atlanta se preparaba para acoger una nueva edición de los Juegos Olímpicos a la par de Inglaterra, para la Eurocopa y... el Atleti confirmó su noveno y último, hasta la fecha, título de liga y su primer doblete de su historia.
Era un infante, tenía 5 años y sólo recuerdo algunas imágenes aisladas y borrosas que se me vienen a la cabeza de aquel mágico día a las puertas del verano, a punto de concluir un año en que derramé no pocas lágrimas a su inicio en mis primeros días de cole al ver que mi madre tenía que dejarme sólo con mi maestro, Don Vicente, a quien aún tengo el placer de saludar cuando lo veo por la calle. Ese día, 25 de mayo, yo estaba en casa de mi abuela, recuerdo que mi padre salió a ver el partido y yo tuve que conformarme con ver retransmitido, creo que por tve, el carrusel de partidos de la última jornada de la liga 95/96 en la que Valencia y Atleti se disputaban el título. Con el final del partido recuerdo la invasión de campo y a mí, saliendo a la puerta de la casa de mi abuela a saltar de alegría, el Atleti era campeón de liga y copa.
A la llegada a mi casa mi Padre fue a recogerme, recuerdo cómo me dijo: Fernando, ponte esta camiseta, que es rojiblanca. Era un polo con tres franjas horizontales, la del medio blanca y las otras dos de un color rojo poco vivo. Tras embarcar en el difunto Peugeot 205, entramos en el bar que alberga la sede de la peña Atlética del pueblo y, cuando cierro los ojos, todavía siento tener delante de ellos esa pancarta de la peña atlética montehermoseña y decenas de ornamentos rojiblancos que acompañaban un ambiente festivo con el himno del Atleti sonando de fondo a todo volumen. Los cláxones sonaba, los cohetes invadían el cielo del parque príncipe Felipe de Montehermoso, la fuente era rojiblanca... y es ahí donde mis recuerdos cesan y despierto de un sueño que no se ha vuelto a repetir. Ahí comenzó la peor época de la historia de este glorioso equipo, la época de esta generación de casi veinteañeros que ha llorado mucho y que ha reído más bien poco.
La siguiente temporada, la 96/97, nos hizo disfrutar de un estatus de nuestro equipo que no he vuelto a recordar... los Bollycao regalaban cromos de los futbolistas del Atleti, los mercadillos y puestos de moros se poblaban de colgantes, pulseras y todo tipo de accesorios del Atlético de Madrid en igualdad numérica con Madrid y Barça... La temporada terminó con un 5º puesto y una dolorosa eliminación de la Champions con un gol de Dani Carvalho y un penalti fallado por Esnaider, no vi el partido pero sí recuerdo las palabras de mi padre explicándomelo a su llegada. Era muy tarde el fútbol y había cole al día siguiente, así que mi madre no podía dejarme verlo.
Eran los últimos coletazos de una época dorada que dibujó un ancla en nuestro corazón que se ataría eternamente a los cimientos de esta gloriosa institución que pocas alegrías nos volvería a dar.
A la temporada siguiente, 97/98 arribó al Manzanares el vigente campeón de Europa con la Juve, Cristian Vieri, Il capo Cannoneri, que nos hizo saltar de alegría y darnos muy buenas tardes pero... el Lazio de Roma nos apeó de nuestro sueño europeo en semifinales de la Copa de la UEFA en la que vimos a un Vieri hacer magia con un gol imposible al PAOK de Salónica y eliminar, entre otros, al Aston Villa o al Leicester City. Quedamos séptimos y clasificamos para jugar UEFA al año siguiente, donde volveríamos a llevarnos un importante palo en semifinales, una vez más a las puertas de la final, esta vez ante el Parma, tras eliminar a Real Sociedad y AS Roma. Otras cuantas lagrimitas que pudieron haber cesado con la final de la copa del Rey, ante el Valencia. Pero no pudo ser. Eran ferias en mi pueblo y vi el partido con un vecino pero... el Valencia pasó por encima y... casi.
Meses después, la UEFA decide permitir 4 reprsentantes para la liga de campeones a la liga española, lo que nos permitía soñar con volver a la Champions con el nuevo y reluciente equipazo formado por hombres como Molina, Chamot, Gamarra, Capdevila, Hasselbaink, Baraja, Valerón, Hugo Leal, Solari, José Mari, Kiko y algunos héroes del doblete que pervivían como López, Toni Muñoz o Geli.
La pesadilla comenzó con un aviso en forma de derrota en casa ante el Rayo Vallecano. Las derrotas fueron poco a poco convirtiéndose en el pan nuestro de cada domingo. Siempre con mala suerte, siempre a punto, pero siempre perdíamos... Salvo algún pequeño oasis como la victoria en el Bernabéu, el equipo se hundía y, lo que en principio parecía una broma de madridistas, se convirtió en una dolorosa realidad en Oviedo. Último minuto, penalti a favor del Atleti, Hasselbaink lanza y retiene Esteban... el Atleti del doblete, de los cromos de los Bollycao, de los colgantes de los puestos de moros, de las dos semifinales de UEFA, el que me hizo saltar de alegría en casa de mi abuela... se iba a segunda.
No quiero recordar la final de copa perdida ante el Español, por segundo año consecutivo y con el garrafal error de Toni Giménez Sistach ante Tamudo. El fútbol fue muy injusto con este equipo... le privó de ganar 2 copas, nos quedó 2 veces a las puertas de la final de la UEFA y nos había mandado al infierno.
Un añito en el infierno que se convirtió en 2, tras el gol del Tenerife en la última jornada y la victoria injusta del Betis ante el Recreativo que nos condenó a un año más de dolor en segunda división. En esa misma temporada tuvimos que ver cómo el equipo caía eliminado en semifinales de la copa ante el Zaragoza.
En la temporada 2001-2002 regresó Luis Aragonés y de su mano y de otras como la de Diego Alonso volvimos a primera, una pequeña sonrisa para celebrar nuestro centenario donde nos correspondía.
Luego llegó un desierte de alta sequía como nunca se recuerda en que el Atleti cerró su primera década en la historia sin títulos.
Cada Verano soñábamos con esa frase ''Este año sí'', pero nuestras esperanzas se nos veían prontamente cohartadas entre Patos Sosas, De los Santos, Nanos, Kikis Musampas, Emersons y toda una colección de incompetentes. Recuerdo la derrota en la final de la Intertoto ante el Villarreal, recuerdo la derrota ante el Zaragoza, cuando nos metieron en 2 minutos dos goles que nos privaron de volver a Europa, una Europa que la miràbamos cada vez más lejana. Aquellos partidos contra la Roma o el Aston Villa quedaban muy atrás, más aún los Borussia de Dormund o Ajax de Amsterdam.
La temporada siguiente, con Ferrando en el banquillo, vimos cómo el Osasuna de Pablo García nos apeaba de la copa el semis y cómo cerrábamos una desastrosa temporada en el 12º lugar. La siguiente, con Kezman, Bianchi y compañía, nos volvimos a estrellas con una pobre participación en copa y en liga, 10º clasificado.
Fue con la llegada de Aguirre cuando conseguimos volver a Europa tras una temporada amarga en la que al final nos quedamos 7ºs. Fue menester eliminar al Gloria Bistrita de Rumanía, con más pena que gloria, para regresar a una copa de la UEFA en la que caímos mediocremente contra un mediocre Bolton y con una mediocre imagen. También fuimos apeados de la copa ante el Valencia, en cuartos, con un regalo de Pablo Ibáñez en el partido de ida.
El 4-0 al Schalke 04 nos hizo pensar que volverían las glorias pero, el Oporto se encargó de devolvernos a la tierra.
Así llegamos a esta temporada, mediocre, inmensamente mala en Champions pero... en la final de la copa y el cuartos de la Europa Liga. Ya no lloro en clase porque mi madre se va, ya no juego en el rincón rojo con tente, plastilina, power rangers y playmobils... todo ello ha sido substituido por otros niveles metarregulativos.
El fútbol nos lo debe, el Sevilla ha vibrado con 2 UEFAS, 1 copa y 2 supercopas, el Valencia nos eliminó de la copa del 2008 y nos ganó la final del 99 además de haber levantado 2 ligas, 1 uefa y 2 copas en la última década. El Liverpool ha sido campeón de Europa y un poco ladrón en la Liga de Campeones pasada...
La justicia tiene que existir, la alegría tiene que existir...
Esta generación que ha llorado con al descenso, que ha visto a Toni perder la pelota ante Tamudo, que ha visto a Esnaider fallar el penalti, que ha visto al Oporto eliminarnos de la Champions, que ha visto a los eternos rivales disfrutar, que ha visto el infierno de segunda, que ha sido engañada año tras año con el lema ''este año sí'' merece una alegría.
Copa o UEFA, o las dos... Este equipo merece un título.
Esta generación merece cambiar las lágrimas por risas.

lunes, 1 de marzo de 2010

Rutina y... ¿qué más?


Pues, y una vez más, pese a que no tenía por qué, amaneció como cada día y ese frío y carente de sentimiento alguno sonido de los motores del ferrocarril me transportaba, una vez más, a la rutina diaria. Ésa que, pese a cada jornada la llevas a cabo a rajatabla e incuestionablemente, te convierte en una pequeña mota de polvo en la inmensidad de una capital que te ha convertido en un androide en procesión. Y es que el despertador suena y, entre desayunos, duchas, pequeños y fracasados intentos de estudiar, metro, clases, paseos (si Dios quiere) y noches de ordenador, esperas encarecidamente cada día que un pequeño viento de extrambótico pigmento aparezca de algún lugar atemporal y aporte algo nuevo al circuito que diariamente recorres como una neurona programada por la Providencia. Hoy es uno de esos días en los que el vendaval de luz y de esperanza aplazó su acto de aparición. Tal vez se esté haciendo esperar, tal vez se esté reservando para un momento más adecuado, tal vez.... no exista. Mientras tanto, la poca libertad y las pocas ansias de sueños que nos permite utilizar la recaudadora de impuestos de la vida interior (la Rutina), las gastaremos en seguir esperando esa lluvia de sal que dé sabor a una comida que comes pero nunca te planteas por qué.

Si giras tu cabeza puedes ver en el cielo la luna que cada noche te contempla a la vez que actúa de fidelísima y noble confidente. Exámenes y pruebas duras aguardan mientras que tienes la dificultad de prepararlos con esa magna desgana automática.

En mi condición de garbanzo (probablemente el negro o cura, como se dice en mi pueblo) dentro de una gran olla, desde mi posición de robot programado y automatizado quiero clamar idealistamente esa pizquita de libertad requisito indispensable para decir adiós, aunque sólo sea de manera momentánea, a estos grilletes que tú nos impones, Sra Rutina.

Que el Señor cuide de sus súbditos, perdone nuestros pecados y nos lleve a la Vida Eterna.

Amén.