viernes, 27 de enero de 2012

Sharapova: La niña que huyó de Chernóbil para triunfar en el tenis

Maria Sharapova tiene la oportunidad de regresar a la élite del tenis mundial, donde ya estuvo, sorprendiendo a propios y ajenos, en 2005, tras irrumpir en el circuito un año antes cuando ganó Wimbledon y el Campeonato WTA a la todopoderosa Serena Williams.

Sharapova: La niña que huyó de Chernóbil para triunfar en el tenis


Un nacimiento y una infancia complicadas, una mudanza a Estados Unidos con 7 años y una carrera tenística plagada de éxitos contemplan los 24 años de vida de una de las divas más populares y reconocidas del tenis mundial: Maria Sharapova. Una vida tan corta como plagada de experiencias que comenzó marcada por una tragedia: el accidente nuclear en Chernóbil, acaecido en abril de 1986, un año antes del nacimiento de la joven Maria.

Para evitar que la niña que iba a nacer fuera una de las muchas personas que sufrieron las secuelas de aquel terrible accidente, Yuri y Yelena, el matrimonio Sharapov, abandonaron la ciudad bielorrusa de Gómel (a 300 km. de Chernóbil), de donde eran originarios, para huir hacia Nyagan, una población de Siberia que tendría el privilegio en abril del 87 de ver nacer a Sharapova.

En la actualidad, aquella niña nacida en la Siberia Occidental es una toda mujer de 24 años, famosa en todo el mundo por su atractivo físico y un palmarés espectacular donde encontramos tres Gran Slam, un Campeonato WTA y otros 20 títulos oficiales, además de haber ocupado el número 1 del tenis mundial.

Una carrera meteórica que comenzó en 1993. Ese año, la mismísima Martina Navratilova, asombrada por las dotes que demostró la jovencísima Maria en un torneo infantil de Moscú, convenció a sus padres para emigrar a EE.UU. y apostarlo todo al talento de la niña. Así fue como Yuri Sharapov, el padre de la criatura, decidió invertir todos sus ahorros para trasladarse a vivir con su hija a Florida e inscribirla en la prestigiosa academia de tenis de Nick Bolletieri.

Allí aprendió a desarrollar el estilo de juego que tanto le caracteriza: golpes fuertes desde el fondo de pista para llevar la iniciativa en los puntos. Un estilo, adornado por sus inconfundibles y polémicos gritos, que le hace sentirse más cómoda en superficies sintéticas que sobre tierra batida y al que siempre ha permanecido fiel, pese a sus peculiares fallos: exceso de dobles faltas y errores no forzados que suelen nublar el papel de la rusa cuando esta no ofrece su mejor versión.

En 2004 y con apenas 17 años, Maria Sharapova se convirtió en la tenista más joven en ganar un Gran Slam en la Era Open. Fue en Wimbledon, frente a Serena Williams, en un partido que le hizo saltar al estrellato. Desde entonces, y hasta 2008, Masha llegó a ocupar el número 1 del ranking, a finales de 2005 y en 2008, y escribió las otras dos páginas más gloriosas de su carrera: sus victorias en el U.S. Open y en el Abierto de Australia, en 2006 y 2008, respectivamente.

Pero ese año, 2008, fue testigo de uno de los episodios más negativos en la vida de la siberiana: la lesión de hombro en Montreal. Una lesión que le apartó de las canchas de tenis durante casi un año, hasta su reaparición en Roland Garros 2009, impidiéndole participar en los Juegos Olímpicos de Pekín.

Aquella lesión supuso un freno en la carrera deportiva de Maria, que no volvería a la élite del tenis hasta mucho tiempo después. 2009 y 2010 fueron dos temporadas de lucha por olvidar aquel calvario y regresar a lo más alto, pero sus discretas actuaciones parecían alejarla cada vez más de aquel pasado glorioso y mágico.

No obstante, Maria es una mujer luchadora: ‘’Todo lo que tengo lo logré con mis manos’’, declaró en una ocasión a un medio español. Y a base de lucha y esfuerzo fue cómo en 2011 la siberiana lograría regresar al selecto grupo de tenistas que lideran el tenis mundial, merced a la final disputada en Wimbledon, donde no pudo conseguir la victoria ante Kvitova, pero logró un triunfo más importante: la confirmación de su regreso. Poco después ocuparía el número 2 mundial y solo una mala actuación en Estambul le privó de llegar más alto.

Los pendientes de Tiffany que luce en cada partido y las cantidades millonarias que la convierten en la única mujer entre los 50 deportistas mejor pagados del mundo, no le hacen olvidar a Maria sus raíces: ‘’Debo muchísimo a mis padres, querían que hiciera lo que amo y ese es el mejor regalo que se puede hacer a un hijo’’, ha declarado en más de una ocasión. Además, Maria ejerce desde 2007 como embajadora de buena voluntad de la ONU para ayudar a las víctimas del desastre de Chernóbil, que determinaría su vida.
Pese a haber crecido en los Estados Unidos, Sharapova dice sentirse orgullosa de ser rusa y en nombre de dicho país ha competido siempre, pese a ser ciudadana norteamericana.

Mañana, Maria Sharapova tendrá la oportunidad de regresar a la cima del tenis mundial y de volver a ganar un Gran Slam, como hizo en el año 2008, en el mismo lugar de entonces: el Rod Laver Arena de Melbourne, contra Victoria Azarenka.

 

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