miércoles, 15 de febrero de 2012

El mito de Fernando Torres

El actual delantero del Chelsea, que formó parte de la primera plantilla del Atlético de Madrid durante seis temporadas y el tramo final de otra, continúa siendo uno de los jugadores más queridos por la parroquia colchonera. Pero ¿está el pasado de Fernando Torres con el Atlético de Madrid a la altura del mito que de él ha hecho la afición?
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El tiempo es esa cuarta dimensión que todo lo cura y entre cuyos efectos secundarios se encuentra una indudable alteración de la memoria. Una alteración que puede servir tanto para magnificar un recuerdo como para envilecerlo de manera desproporcionada.

La Historia nos ofrece muchos ejemplos de casos parecidos, como la leyenda negra que recae sobre Felipe II y la España imperial o la grandiosa época victoriana en Inglaterra, por citar un ejemplo de cada caso. Seguramente, ni Felipe II fue tan malvado ni Victoria tan bondadosa y prudente, pero el tiempo ayudó a forjar esa imagen paradigmática del mal y del bien, en estos dos personajes, en la historiografía de algunos países.

Algo parecido sucede en la afición del Atlético de Madrid con Fernando Torres. A día de hoy, y cinco años y medio después de su sentida marcha a tierras británicas, la parroquia colchonera sigue añorando a su ídolo con más fuerza si cabe de la que empleaba cuando este se enfundaba la elástica rojiblanca. Una devoción, la que le brindan los aficionados colchoneros, incondicional y cuasi religiosa que nos obliga a echar la vista atrás y observar qué fue lo que hizo Fernando Torres en el Atlético de Madrid y si ello justifica el comportamiento de la gente.

Nacido en Fuenlabrada, como bien es sabido tras su participación en un exitoso anuncio televisivo, Fernando Torres ingresó a las categorías inferiores del Atlético de Madrid en 1995. Desde entonces, poco tardó en enamorar a cuerpo técnico y directiva, que no dudaron en venderlo como la gran esperanza colchonera, como la gran promesa de un club que, poco tiempo después, quedaría intervenido judicialmente y en Segunda División.

Sus participaciones estelares con las categorías inferiores de la selección nacional, así como su gran rendimiento en el equipo juvenil le valieron la oportunidad de debutar directamente con el primer equipo en la recta final de la temporada 2000-2001, cuando los hombres dirigidos, entonces, por Cantarero, pelearon, finalmente sin éxito, por regresar a la máxima categoría nacional. Cuatro partidos y el famoso gol de Albacete, le valieron a ‘El Niño’ para meterse a la afición en el bolsillo. Ungido por el club desde hacía algunos años, el gran Mesías colchonero estaba listo para devolver la fe a una afición necesitada de cariño.

Con la llegada de Luis, la temporada del ascenso fue discreta para el jovencísimo Fernando Torres que, por entonces, llegó a la mayoría de edad. Apenas 6 goles en liga y uno en copa fue el balance que dejó el madrileño, siempre a la sombra de un gran Diego Alonso que logró el pichichi con sus más de 20 tantos.

Pero su declarado amor por la camiseta colchonera y la aureola mística que ya rodeaba su persona le habían convertido, ya, en ídolo indiscutible de la afición. Ya en primera división fue encargado de liderar una sucesión de proyectos venidos al traste. Con Luis, Manzano, Ferrando, Bianchi, Murcia y Aguirre, ‘el Niño’ Torres fue siempre el jugador llamado a capitanear un barco que nunca llegó a buen puerto. La final perdida de la Intertoto fue lo más parecido a competición europea que saboreó Fernando Torres con la camiseta colchonera, ya que entre el año 2001 y 2007, cuando el de Fuenlabrada formó parte de la primera plantilla, el Atleti no disputó ni una sola edición de ninguna competición continental.

Sus cifras goleadoras sumaron 1, 6, 13, 19, 16, 13 y 14 tantos, respectivamente, en cada una de las siete temporadas ligueras que estuvo en el equipo, unos números que distan mucho de competir por el pichichi de la liga, a lo que siempre estuvo llamado Torres. Si a esto le sumamos los resultados deportivos, dos séptimos puestos, un décimo, un undécimo y un duodécimo, se nos hace muy difícil argumentar que la época de ‘El Niño’ fuera precisamente positiva, ni su rendimiento estratosférico.

A pesar de haber sido titular en prácticamente todos los partidos, Fernando Torres nunca llegó a anotar un hat trick con la camiseta rojiblanca, algo que sí consiguieron otros jugadores como Agüero, Forlán, José Mari, Diego Costa y Falcao en mucho menos tiempo de permanencia. Kun y Forlán, en cinco y cuatro temporadas en el club, respectivamente, superaron los 84 goles de Torres en siete.

Si a todo ello unimos que los 40 millones que dejó en las arcas rojiblancas sirvieron para fichar a hombres como el citado Forlán (que sí fue Pichichi y Bota de Oro) o Simao y que su marcha coincidió con dos clasificaciones consecutivas para Liga de Campeones, dos títulos europeos y una clasificación para la Europa League, sin duda podemos plantearnos que Fernando Torres está excesivamente mitificado entre la sufrida afición colchonera.

Pero, de ser así, ¿por qué ha ocurrido eso? Mi opinión al respecto se fundamenta en la nefasta época en la que floreció la figura de Fernando Torres: la de Segunda División. Con un club intervenido y un descenso apenas cuatro años después del Doblete, la afición del Manzanares estaba ansiosa y necesitada del cariño de un ídolo local y colchonero como ellos. Y todos sabemos lo fácil que el Ser Humano idealiza a una persona en circunstancias de este calado.

La afición del Atlético de Madrid se sentía, si me permiten el símil, como una mujer traicionada y maltratada por sus sucesivas parejas, que vio en ese niño, Fernando Torres, un ejemplo de amor puro, real y verdadero. Una persona que, sin duda, compartía ese sentimiento por los colores rojo y blanco, pero cuyo rendimiento deportivo real ha sido elevado a unos niveles que nunca se correspondieron con la realidad, merced a una situación de necesidad de ídolos de una afición herida.

No seré yo quien niegue la calidad de Fernando Torres, ni argumentaré tampoco que no hiciera un buen papel en unos pobres Atléticos (excepto en sus dos últimos años) sin compañeros a la altura del madrileño. Esto no es un debate sobre la calidad de Fernando Torres, incuestionable e indudable, ni sobre si tiene que ir o no a la selección, opino que sí. Lo único que pretendo plantear es si realmente lo que hizo Torres en el Atlético de Madrid se corresponde con la devoción que su afición sigue dedicándo a día de hoy. Francamente, creo que desde la afición colchonera se tiene a ‘El Niño’ excesivamente idealizado y mitificado.

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